Tickets: «La Vida Tapa»

Tickets: “La Vida Tapa”

Entrada del Tickets

Entrada del Tickets

Entre el bullicio del Paralelo de Barcelona surge en el año 2011 el “Bulli de barrio”, concepto gastronómico con el que Albert Adriá junto a su hermano Ferrán y los hermanos Iglesias (Marisquería Rías de Galicia) dieron un giro de tuerca a la creatividad del «Bulli» enmarcándola en un escenario y en una propuesta novedosas, diferentes y geniales. Hablamos del Tickets. Un restaurante que en tan solo dos años ha sido capaz de conseguir Estrella Michelín y entrar en la lista “The Best Restaurants” de San Pellegrino.

«La vida tapa» es un concepto global que une la gastronomía a una forma de entender la vida. Una forma divertida de comer que convierte a quien participa en intérprete de una obra de teatro, de una revista de coristas, de un vodevil circense, en protagonista de un entremés cantado. Una puesta en escena de la vida misma. En Tickets no hay lugar para el aburrimiento, para la tristeza y la soledad; lo hay para las risas, la complicidad y las buenas compañías.

Con Albert Adriá

Con Albert Adriá

La alta cocina más informal

Lo primero que llama la atención del Tickets es su decoración y ambientación circense. Carteles anunciando números de acróbatas y malabaristas. Los camareros ataviados con vestimentas de circo. Un carrito de helados típico o el luminoso de la entrada. Todo te transporta a un mundo irreal donde nada más entrar al local te sientes parte de ese decorado.

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Allí todo es informal. No hay manteles ni cubiertos de plata. Solamente mesas y sillas de diferentes formas y colores, incluso algunos bancos que evocan al Parque Güell, con imaginativas decoraciones por doquier y la cocina a la vista de los comensales donde puedes ver al equipo afanándose en cada una de las tapas que preparan.

Mesas y sillas informales y originales

Mesas y sillas informales y originales

El Tickets es un Bar de Tapas. Pero es mucho más que eso: es un espacio con personalidad propia, muy diferente a todo lo que hubieras podido conocer antes, e ideado para el disfrute completo de cada uno de los detalles: los olores, los sabores, los intensos colores, los sonidos… todo es una sinfonía a priori anárquica pero que sin embargo tiene toda una armonía que subyace: la que le proporciona la perfecta técnica y la materia prima extraordinaria con las que se elabora cada una de las tapas que vas probando.

El procedimiento de reserva (únicamente online) suele conllevar dos meses de espera. Pero nada más entrar al entrar al Tickets tienes la sensación de que ha merecido la pena la espera y que no vas a tener tiempo de asimilar todo lo que aparece ante tus ojos. Y una vez acomodado en tu silla el espectáculo es aún mayor, sobre todo si, como en nuestro caso, tienes la suerte de sentarte frente a la cocina para no perder detalle de la actividad frenética de cada uno de los cocineros.

Frenética actividad en la cocina

Frenética actividad en la cocina

El bullicio nada tiene que ver con los restaurantes de alta cocina que uno imagina. La música, animada y española, incluso sonando los Gipsy Kings en alguna ocasión. La iluminación intensa para que uno no se pierda ni uno de los detalles que ofrece el local. Ya veis que casi todo es diferente a lo que solíamos describir en todos los demás restaurantes de Gastrovita.

La cena

Como en estos casos lo mejor es dejarse aconsejar, pedimos el Menú Sorpresa que nos propusieron, ya que en él tendríamos la oportunidad de degustar una selección de tapas acompañadas de una cerveza Estrella de elaboración especial para el local.

El Menú sorpresa consistió en las siguientes tapas:

–       Pistachos en tempura

Pistachos en tempura

Pistachos en tempura

–       Embutido: Coppa ibérica de Joselito con Pa amb Tomaca

–       Oliva gordial infusionada en aceite 0,4, anís estrellado y canela en rama

–       Oliva verdial infusionada en aceite de oliva virgen extra, piel de naranja, de limón, romero y pimienta negra

Las olivas

Las olivas

–       Mini airbag de queso manchego con aceite de avellana y caviar

–       Foie confitado con su propio escabeche, tomillo, romero, maiz, ajo y cebolla

El foie

El foie

–       Cornete Thai de atún

–       Navajas con aceite de refrito, pimienta y ajo negro, con espuma de limón.

Las navajas

Las navajas

–       Ostra a la caipiriña con semillas de albahaca

–       Corvina embarrada con aceite de mojo rojo picón

–       Taco mejicano de pollo en escabeche

–       Ostra con perla solidificada de agua ahumada

La ostra

La ostra

–       Patata confitada con jamón extra, aceite de juego de costillas y pimentón de la vera.

–       Mollete de papada de cerdo con chicharron, queso mozarella y mostaza

–       Gusanito de fruta de la pasión con menta y sésamo negro

Increíble presentación de los gusanitos

Increíble presentación de los gusanitos

–       Merengue de fresas con vainilla y yogur de fresa

–       Roca volcánica de chocolate blanco y sésamo negro con fruta de la pasión

La roca volcánica

La roca volcánica

La Experiencia

Por muy altas que sean las expectativas que tengas, el Tickets es uno de esos lugares que nunca defrauda. Es un concepto único en la alta cocina (no olvidemos que hablamos de Ferrán Adriá, probablemente el mejor cocinero del mundo): pequeñas creaciones originales, divertidas y frescas, servidas de manera informal, y consumidas sin que el plato dure, dejándote con las ganas de más, y olvidando un sabor para disfrutar del siguiente.

La materia prima de calidad, un uso medido y sabio del calor y de las especias, un ritmo que no se rompe a pesar de lo abarrotado del local y lo proporcionado de los precios –en relación con la calidad de lo consumido-  hacen de este local una visita obligada en Barcelona.

La carta

La divertida carta

Un saludo, seguidores de Gastrovita. Y ¡que aproveche!

Mugaritz 2.0

Era mi segunda vez en Mugaritz, (dos estrellas Michelín y cuarto mejor restaurante del mundo según el Ranking de San Pellegrino), así que por una parte perdía la emoción que proporciona el factor sorpresa pero sin embargo por otro lado me iba a permitir disfrutar de manera más consciente y calmada de todos los detalles y de todas las sensaciones que se iban a ir sucediendo a lo largo de la velada al tener ya la idea general formada desde la anterior ocasión.

La gélida temperatura exterior contrastaba con la cálida acogida del personal de sala. La tenue luz de la mesa de recepción, unida a la calidez que da la madera que es el material dominante (casi único) en el edificio de Mugaritz, te hacen sentir rápidamente como en casa. La temperatura del local, perfecta. La iluminación, directa en cada mesa, que para eso se trata del centro de atención. La decoración, elegante, moderna, discreta y muy cuidada. La música, inexistente. Siempre aparece el debate de si en un restaurante de este tipo es mejor que no haya música o si es mejor que haya una suave música de fondo que llene un poco el ambiente. ¿Vosotros qué creéis?

El valor que en este tipo de restaurantes tiene el fichero de clientes es incalculable, para no perder detalle no solo de los datos básicos de contacto sino también de las alergias y fobias de cada comensal, temas de crucial importancia cuando se trata de servir menús de más de veinte platos donde el cliente no sabe a priori qué es lo que va a comer. Es por eso que al entrar, que te llamen por tu nombre y te pregunten por las alergias para confirmar que sus datos son correctos es ya un detalle de calidad que se agradece. “No dejar indiferente a nadie” es uno de los objetivos del equipo de Mugaritz, y desde el instante en el que entras en el local sin lugar a dudas lo consiguen.

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Una vez acompañados a nuestra mesa redonda, absolutamente vacía y únicamente cubierta por un elegante mantel de tela y con una escultura hecha con un plato roto como única decoración, nos explican que allí solamente sirven su Menú Degustación y que la primera parte, la de los entrantes, se comería sin cubiertos (con las manos) y sin pan. El detalle de la mesa vacía me ha llamado poderosamente la atención cada vez que he tenido la oportunidad de visitar Mugaritz (y también en Le Domaine) porque proporciona una exquisita sensación de estar ante la representación de un acto teatral donde la mesa se va llenando a medida que va avanzando la trama… y donde solamente aquellos elementos necesarios para cada momento son los que se encuentran en la mesa, sin estorbos, con espacio suficiente para encontrarte cómodo con cada plato. Nada que ver con aquellas agobiantes mesas donde te sientas ante un plato flanqueado por varias filas de cubiertos, varios vasos y copas, floreros, servilleteros, aceiteras y demás parafernalia que no hacen sino provocar la agonía del que tiene que encontrar su bocado entre tal maraña de artilugios.

El sumiller nos ofreció un maridaje de diez vinos que se irían sucediendo para acompañar a los más de veinte platos que componían el menú de esa noche. No hace falta decir que todo el personal de servicio perfectamente uniformado con ropa negra estuvo durante toda la velada a un nivel altísimo de servicio, amabilidad en la explicación de cada uno de los platos y de los vinos, de atención y de simpatía. Ah! Y en idiomas, porque en las mesas colindantes había comensales de diferentes nacionalidad con los que escuchamos hablar en diferentes lenguas. Y de entre todos ellos cabría destacar al jefe de sala, que verdaderamente logra crear una atmósfera única de buen humor y cordialidad.

Antes de comenzar con el Menú quiero comentaros dos detalles que llamaron mi atención:

–          El comedor no estaba lleno. Estamos hablando de uno de los mejores restaurantes del mundo, donde la tónica habitual suele ser la dificultad de reservar, debiendo siempre hacerlo en todo caso con muchos meses de antelación, e incluso algunos donde es casi materialmente imposible conseguirlo. Aquí fue fácil reservar y además había varias mesas que no se llegaron a ocupar. No digo que sea negativo (más bien al contrario, es una maravilla poder cenar en estos restaurantes sin tener que “pelearte” por conseguir una reserva) pero llama la atención.

–          En una mesa próxima a la nuestra había una pareja con un carrito con un bebé recién nacido que de vez en cuando lloraba y berreaba. Es lógico, es un recién nacido. Pero dudo que este tipo de lugares sean apropiados para ir con un recién nacido. Cuando vas a vivir una experiencia sensorial de este nivel donde cada uno de los detalles cuenta, y donde hay gente (como es mi caso) que va a disfrutar con la máxima concentración de cada uno de los platos, de los vinos, y de la atmósfera relajada y del ambiente casi íntimo que se pretende proporcionar en cada mesa, deberíamos plantearnos si en este tipo de locales se debería o no dejar entrar a niños. No porque tú no disfrutes de la cena porque tengas que estar pendiente de tu hijo, cosa que se da por hecha, sino por respeto a los de las mesas de alrededor, que quizás han ido a ese lugar a cenar huyendo de ese tipo de algarabías infantiles. Afortunadamente cada vez van proliferando más hoteles, restaurantes y parece que en el futuro próximo también aviones donde no se va a permitir la entrada a niños muy pequeños. ¿Qué opinión tenéis vosotros en este tema?

En la entrada del mes de Mayo sobre Mugaritz en este mismo blog (que podéis releer pinchando aquí) ya describía brevemente la historia del Chef, del local y del Restaurante. Así que a esa entrada os remito para ampliar la información sobre esos temas.

La visita a la cocina es uno de los momentos más especiales de la velada, aunque es la segunda visita a Mugaritz y nuevamente Aduriz no está en el local. Ojalá que a la próxima…

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En dicha visita a la cocina nos fueron explicando sus métodos de trabajo mientras no cesaban de salir platos perfectamente preparados a nuestro alrededor. Pegados en las paredes cuelgan los papeles donde van anotando como va avanzando el menú en cada una de las mesas y desde allí el jefe de cocina va organizando el perfecto engranaje que forman aquellos cocineros de muchas nacionalidades y culturas diferentes. Una gran mezcolanza que aporta valor a Mugaritz.

 

El Menú

En cuanto al Menú Degustación, su lema es “Naturaleza, tiempo y emoción:  Los espíritus cultos y refinados están llamados a NATURALEZA a través de las materias primas, lo único que el ser humano, con el correr del TIEMPO, no ha podido superar. Todas las hierbas, flores, semillas y elementos que encuentre dentro de cualquier plato de nuestra cocina son comestibles y nos ofrecen EMOCIÓN generosamente en un mundo nuevo de emociones… Disfrútelo.”

Hay que destacar que hacía un año exactamente desde la anterior visita a Mugaritz y ni una sola de las propuestas del Menú se repetían respecto a las del año anterior. Para no faltar a la verdad, sí que había una que coincidía, que es la sopa de bacalao con semillas que cada comensal se prepara moliendo en su mortero dichas semillas, cosa que hacen todos los comensales a la vez provocando una música genial en todo le comedor con los repiqueteos del mortero. El motivo de repetir dicho plato del año anterior era que su fotógrafo recogiera instantáneas de los comensales en esa tesitura para un boletín interno que estaban preparando.

En el propio Menú se advierte de que “Los enunciados de los platos no solamente describen aquello de lo que se componen sino que también llevan implícito aquello que desearíamos que hubiese… paisajes y momentos evocadores, técnicas imaginarias e incluso ingredientes nuevos”. Toda una declaración de intenciones…

Entretenimientos:

–          Tendón, deriva de tender. Hidromiel, yema y cenizas para untar

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–          Zanahorias y sus flores embarradas

–          Tosta ahumada 100% bogavante

En este plato las bolitas de bogavante proporcionaban un tremendo estallido de sabor en la boca. Genial.

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–          Bocado goloso. Solomillo de pato y cebolla seca

Un claro ejemplo de que en Mugaritz rara vez las cosas son lo que parecen…

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–          Preboggion. Guiso de malas hierbas y patatas crujientes

–          Achicorias aliñadas con sésamo blanco y panal de miel

Primeros platos:

–          Raspaduras de hielo aromatizadas con esencia de carabinero.

Uno de los platos estrella de la noche. El hielo se funde al entrar en la boca dejando solamente una sensación de frescor que acompaña al intensísimo jugo concentrado de carabinero. Posteriormente nos explicaron el funcionamiento de la máquina para rallar el hielo… pura tecnología al servicio de la gastronomía.

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–          Carne curada de bogavante y arroz fermentado

–          Puerro mochi

–          Ensalada de cardo rojo, piel de leche de vaca aliñada con aceite de ajos y agua de chufas

–          Jugo de ave con tofu

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Platos principales:

–          Merluza con almidón de agua de chufas y concentrado de almejas

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–          Lomo de salmonete cocinada con una mantequilla de sus hígados y pan

–          La vaca y las hierbas

–          Pellizcos de cordero hojaldrado. Jugo acaramelado.

Una de las mejores elaboraciones de carne de cordero que nunca haya probado. Un punto de elaboración perfecto y un jugo increíble acompañando a la porción de carne.

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Postres:

–          Membrillo atemperado y sopa de temporada

–          Galleta de cristal, azúcar y cacao

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–          Ligeramente ruso

–          Cacos nativos y hoja santa a la sal

–          Caviar de golosinas

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Los vinos:

–          Fino en Rama Seca de Octubre, de Bodega Gutiérrez Colosia, de Jerez

–          Etxeko Bob´s Beer, Lurraren Hatsa (deliciosa cerveza de elaboración casera en una finca aledaña al restaurante)

–          Fino Antique, de Bodegas Fernando de Castilla, de Jerez

–          Leirana 12, de Bodegas Forjas del Salnés, de Rias Baixas

–          Kippuku Kinju Junmai Ginjo Yamahai, un Sake de Masumi, Nanago

–          Bual 10 años, de bodegas Henriques & Henriques, Madeira

–          Dreamy Clouds Tokubetsu Junmai Nigori, un Sake de Rihaku, Shimane

–          Torre de Calonge 12, de Bodegas Toni Gelabert, de Mallorca

–          Viñas del Cadastro 10, de Olivier Riviere, tinto de Arlanza

–          Dolc Mataró 11, de Alta Alella

 

Mi valoración

Fue tal el entusiasmo con el que salí de mi primera visita a Mugaritz que estaba deseando volver, así que mi predisposición a disfrutar al máximo de la experiencia era máxima. Y desde luego no me defraudó a pesar de que las expectativas eran muy altas. Estamos hablando de uno de esos lugares en los que cenar es mucho más que un ritual gastronómico: es un festival de creatividad puesta al servicio de la estimulación de los sentidos.

En mi anterior post en este blog acerca de Mugaritz ya defendí la injusticia de que la Guía Michelín aún no hubiera dado la tercera estrella a Aduriz. Desconozco qué temas habrá detrás de esa decisión, pero desde luego, y desde el punto de vista de un mero comensal aficionado a la alta gastronomía, estamos hablando de una sinrazón. No solo si lo comparamos con los tres estrellas franceses (otro día os comentaré mi experiencia de este pasado verano en Le Cinq de París, un tres estrellas maravilloso pero a años luz de lo que hoy ofrece Mugaritz, tanto en creatividad como en variedad como en servicio como en relación calidad precio como en técnica… vamos, que no hay color. Pero es que, a mi juicio, Mugaritz también está un peldaño por encima de otros tres estrellas de los que hay, por ejemplo, en Guipúzcoa. Tal y como pudísteis leer los que me seguís en mi cuenta de Twitter ( @castrovita ), considero que la Guía Michelín pierde bastante credibilidad como referencia gastronómica por agravios como este. En Mugaritz la búsqueda de la excelencia en cada detalle queda patente a cada instante, y eso hace de ésta una experiencia memorable.

Por último, quiero hacer referencia a uno de los últimos momentos de la velada; nos habíamos dado cuenta de que en la contraportada del menú estaban escritos los nombres de los siete pecados capitales. Sabíamos que ese detalle tendría algún sentido pero no habíamos sido capaces de descifrarlo en toda la velada. Sin embargo, al terminar los postres nos traen siete recipientes circulares de madera de tamaños diferentes y encajados unos con otros hasta formar una torre. Y nos explican que esa es su representación gastronómica de los siete pecados capitales.

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Al abrir el primero de ellos encontramos dos chocolates adornados con polvo de oro y presentados en una caja acristalada donde se ve reflejada la buena y lujosa apariencia,… pero al probarlo el chocolate está hueco, no hay nada. Es solamente la cubierta. Era la representación de la soberbia, el orgullo. Genial! Una propuesta absolutamente brillante. Así íbamos abriendo una a una cada caja para ir descubriendo su personal visión gastronómica de cada uno de los pecados capitales, que no desvelaré para mantener la sorpresa a los que podáis llegar a probarlo.

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A decir verdad, cada uno de los minutos de las casi cuatro horas que duró la cena fue una sorpresa, una emoción y un cúmulo de sensaciones únicas, pero esta sorpresa final ponía un verdadero broche de oro solo al alcance de un creativo genial.

En resumen, una grandísima experiencia gastronómica que no ha hecho sino provocar que ya esté pensando en una tercera vez… Ojalá pueda ser pronto.

Un saludo, seguidores de Gastrovita, y muchas gracias por vuestras opiniones y comentarios!

Mugaritz

“Tengo una carta para ustedes. Abran el sobre, lean la carta y cómansela”. De esta sorprendente manera comenzó nuestra cena en Mugaritz, recientemente nombrado cuarto mejor restaurante del mundo. Os podéis imaginar que con un preámbulo así, todo lo que vino a continuación fue un verdadero juego para los sentidos.

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Mugaritz no es ballet, aunque los gráciles movimientos perfectamente estudiados de los camareros por la sala bien se asemejan a una coreografía de un exquisito cuerpo de baile, deambulando por el comedor sin tropezar, sin entorpecerse, y casi pasando desapercibidos para el comensal. No en vano, el trabajo de un coreógrafo enseñando los movimientos a realizar en cada momento del servicio queda muy de manifiesto.

Mugaritz no es una película de intriga, aunque en cada plato trates en vano de descubrir lo que estás comiendo y solo al final de cada uno de ellos el camarero te desvele el secreto con su completa y amable explicación.

No es un truco de magia, aunque las cosas nunca son lo que parecen, y las formas, texturas y sabores no se correspondan con lo que a priori parecen ser. Aduriz pone a prueba la creatividad de su equipo de I+D con frases como “esto no vale ¡porque es lo que parece!”

Y tampoco es una orquesta, aunque en un momento fuéramos protagonistas de unos juegos musicales en los que todos los comensales de la sala (unos 40) nos vimos al mismo tiempo machacando unas semillas de lino en un mortero, provocando una música increíble con el repiqueteo del acero. Sorprendente sincronización, dado que cada mesa había comenzado a cenar a una hora diferente!

Mugaritz es, simplemente… Mugaritz.

El lugar

Mugaritz abrió sus puertas en una antigua lechería en el término de Rentería en 1998 bajo la dirección del cocinero Andoni Luis Aduriz. Desde entonces su imparable progresión le ha llevado a ser galardonado con su primera estrella Michelín en el año 2000 y la segunda en el 2005. La prensa especializada lo define como “el fenómeno gastronómico más importante en el panorama mundial en los últimos tiempos”. A pesar del incendio que sufrió en febrero de 2010, Mugaritz supo resurgir con mayor fuerza si cabe hasta el punto de haber sido nombrado recientemente cuarto mejor restaurante del mundo.

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Mugaritz significa «roble fronterizo» del euskera Muga Haritz en alusión al roble que preside el jardín y que es limítrofe entre los municipios de Rentería y Astigarraga.

El chef

Andoni Luis Aduriz, donostiarra nacido en 1971, inicia su vida profesional en la cocina de una pizzería como trabajo de fines de semana y vacaciones en su época estudiantil. Formado entre los fogones de Arzak, Subijana, Arbelaitz, etc… forma parte del equipo del Bulli entre 1993 y 1994 para pasar después a ser jefe de cocina con Martín Berasategui en 1996. Su cocina fresca, técnica e imaginativa incorpora gran cantidad de flores y plantas silvestres fruto de su pasión por la botánica.

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Actualmente estamos hablando de un personaje mediático con una intensa vida pública que compagina su tarea estrictamente gastronómica con una prolífica labor de colaboración publicando artículos en distintos medios de comunicación. Tiene una extensa bibliografía con más de una veintena de libros editados. Ha recibido premios como el Chef´s Choice Awards, el premio GQ Hombre del Año Innovación, Premio Nacional de Gastronomía, medalla de Honor al Mérito en Perú,…

Andoni apoya sus teorías en un decálogo filosófico de la innovación, que resumen su trabajo en los últimos diez años, y que consigue plasmar en su trabajo a la perfección.
* 1. Cambiar de lentes, observar las cosas siempre con «ojos nuevos».
* 2. Pensar con los 5 sentidos. Sentir en vez de pensar.
* 3. Cooperar, tanto con los más próximos como con otros que aunque estén lejos nos pueden ayudar.
* 4. Ser diferente. Expresarse con identidad propia. Think local, act global.
* 5. Sistematizar modelos de innovación a través de un lenguaje común.
* 6. Improvisar desde el control, no sólo como reacción a los problemas.
* 7. Huir de la obviedad, cambiar convenciones, arriesgarse.
* 8. El objetivo es lo principal, para qué se quiere innovar. La técnica, el producto… Son sólo las herramientas.
* 9. Personalizar las propuestas innovadoras
* 10. Crear una «atmósfera de propósitos». Pensar no sólo en lo que se es, sino también en lo que se quiere ser. Y expresarlo.

La experiencia

La llegada al entorno rural en el que se encuentra Mugaritz, en un trayecto de unos 20 minutos en coche desde Donosti, ya hace presagiar una experiencia única. Las amplias cristaleras permiten ver el interior del amplio caserío para, una vez dentro, encontrar una acogedora y elegante decoración en madera.

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La acogida es cálida y eficiente, llamándonos a cada uno de los comensales por nuestro nombre. Uno de los lemas de la casa es “no dejar indiferente a nadie”, y con nosotros lo consiguieron cada uno de los minutos de las más de tres horas que duró la cena.

Poco después de acomodarnos en una amplia mesa redonda sin más decoración sobre el impoluto mantel blanco que una escultura hecha con un plato roto, vienen a buscarnos para llevarnos a visitar la cocina.

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La visita a la cocina permite ver al equipo trabajar en plena ebullición, con cuidado por el detalle, perfeccionismo y dando una sensación de perfecto engranaje donde todas las piezas trabajan de una manera metódica y eficiente. La pulcritud y limpieza del lugar llama poderosamente la atención. Personal de multitud de nacionalidades diferentes aportan exotismo al lugar y las explicaciones y amabilidad del jefe de cocina en sus explicaciones fueron muy destacables. Ya todo el mundo estaba al tanto de mi alergia a algunos frutos secos, y es que ya desde el proceso de reserva se cuida hasta el más mínimo detalle con gran eficacia.

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De nuevo retornamos a nuestra mesa para empezar a disfrutar del amplio Menú Degustación cuyo lema es “Naturaleza, tiempo y emoción:  Reencontrarse con la NATURALEZA a través de las materias primas, lo único que el ser humano, con el correr del TIEMPO, no ha podido superar. Todas las hierbas, flores, semillas y elementos que encuentre dentro de cualquier plato de nuestra cocina son comestibles y nos ofrecen EMOCIÓN generosamente en un nuevo mundo de emociones… Disfrútelo.”

El Menú

Entretenimientos:

–          “Bromas y aceitunas, pocas o ninguna…”

–          Tosta con tuétano asado, hierbas y cenizas de rábano

–          Acordes marinos de caramillo crocante

–          Setas: cultivo casero y cilantro vietnamita

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–          Espinas con matices de limón, ajo y cayena

Primeros platos:

–          Fideos de leche apenas embebidos. Lámina de tocino, jugo meloso de tomate y calabaza

–          Porción de queso casero, madurado en su propia corteza, setas y hierbas carnosas

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–          Potaje de avellanas con nácar

–          Ravioli de vegetales aromáticos.

Platos principales:

–          Rape cocido al vapor de sus espinas tostadas. Estofado de chicharrones de rape y tallos de lirio

–          Asadura de pescado de roca. Huacatay y perejil con virutas aliñadas

–          Pintada asada con una crema de su jugo y bogavante

–          Ternera tierna de leche y huevos, tostada. Néctar de flores y vinagre, concentrado del asado

–          Profiteroles artesanos y civet de liebre

–          Armagnac de caza y perfume de clavos.

Postres:

–          Endulzando un clásico: Bechamel fría de nuez moscada y coliflor, uvas del tiempo con su piel

–          Regresando a la infancia: Barquillo de leche tostada con helado de limón

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–          Mantecado helado de almendras

–          Golosinas de incienso perfumadas con eucalipto.

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Los vinos:

–          Lapola 10, Ribeira Sacra, Dominio de Bilbei

–          Parvus 11, Alta Alella

–          Etxeko Bob´s Beer, Lurraren Hatsa (deliciosa cerveza de elaboración casera en una finca aledaña al restaurante)

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–          Bual 10 años, de bodegas Henriques & Henriques, Madeira

–          L´Avi Arrufi 2009, Terra Alta de Celler Piñol.

–          Lalama 08, Ribeira Sacra, Dominio de Bilbei

–          Salanques 07, Mas Doix del Priorat

–          Carte D´Or 10, Baumard, Coteaux du Layon

Mi valoración

Después del entusiasmo que he tratado de transmitir en este post, veréis que Mugaritz se ha convertido en uno de mis restaurantes favoritos. Quizás si hay algo que criticar no es a ellos sino a los que a estas alturas todavía no les han sabido valorar suficientemente como para darles la más que merecida tercera estrella Michelín. Es incomprensible como algunos restaurantes franceses siguen año tras año recibiendo las tres estrellas estando a años luz de Mugaritz y de otros restaurantes españoles en innovación, técnica, puesta en escena e incluso relación calidad-precio.

El amor por cada detalle (incluso los cepillos de dientes del baño estaban xerigrafiados con el logo de Mugaritz), la amabilidad elegante de cada una de las personas del servicio, el continuo factor sorpresa y la búsqueda continua de la perfección y la excelencia (otro de los lemas de la casa) quedan patentes a cada instante.

Mugaritz se vio envuelto el pasado año en una polémica sobre el incumplimiento de normativas medioambientales y de protección animal en la granja proveedora de foie al restaurante, y respondió a la sanción interpuesta con el manifiesto “una sanción, una oportunidad».

Siguiendo la tendencia del Bulli, Mugaritz ha ampliado sus meses de cierre  para crear, pensar, generar nuevas ideas y platos  y diseñar el nuevo menú degustación del ejercicio siguiente. Es la prueba de fuego de medir la capacidad creativa y sus reflejos para seguir innovando. Su diseño del menú se basa en miles de horas de trabajo con varias reglas:

–          La primera es la investigación, en el área de I+D de Mugaritz donde se investiga, se piensa, reflexiona e imagina.

–          La segunda es la estacionalidad de la materia prima. Adaptarse a lo que la tierra ofrece en cada uno de los momentos de la temporada.

–          Otra más es la búsqueda de productos excepcionales. Todos los años buscan nuevos proveedores y productores en busca de la mayor calidad.

–          La ficha de cada nueva creación contiene detalles como “qué es” lo que se come, en qué vajilla se va a servir, cómo se elabora, cómo se sirve, cómo se explica a los  comensales.

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En definitiva, una experiencia sobresaliente que espero poder volver a repetir pronto, aunque el auge y la excelencia de Mugaritz hace que la lista de espera sea de muchos meses. El precio del menú es de 170 euros, vinos aparte.

Un saludo, seguidores de Gastrovita, y muchas gracias una vez más!

La Sucursal

Ya lo dice la canción… “Valencia es la tierra de las flores, de la luz y del amor…“ y en ella La Sucursal es uno de los grandes templos del buen comer y uno de los lugares más destacados de la ciudad para disfrutar en torno a una mesa con un ambiente elegante, moderno y sofisticado.

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Fundado por Loles Salvador Pascual (una de las figuras más emblemáticas de la gastronomía valenciana), La Sucursal está regentado en la actualidad por sus hijos Cristina y Javier Andrés, y está galardonado con una Estrella Michelín. Otro de los restaurantes de la familia, el Vertical, ha sido también reconocido con una Estrella.

El lugar

Su emplazamiento actual se encuentra en la primera planta del IVAM, Instituto Valenciano de Arte Moderno, que fue el primer espacio dedicado al arte moderno en nuestro país.

La planta baja nos muestra, a través de los cristales, el lugar donde trabaja con mimo el equipo del chef Jorge Bretón (ingeniero de caminos reconvertido a cocinero). Su espléndido recetario hace gala de un estilo vanguardista, innovador y creativo pero de profunda raíz tradicional valenciana.

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La moderna decoración de la sala principal combina de manera elegante y acogedora la madera, el metal y el cristal, creando un ambiente tranquilo gracias a la estudiada colocación de las mesas, con amplia separación para ofrecer la necesaria intimidad en este tipo de cenas.

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El equipo de sala es joven pero ofrece un exquisito trato y atención constante, respondiendo amablemente a las preguntas y consultas de los comensales, explicando con detalle cada uno de los platos y aconsejando con acierto el orden en el que abordar cada una de las creaciones del chef para su mayor disfrute.

El Menú

Además de la opción de comer “a la Carta”, se ofrecen dos menús degustación. El primero, llamado Menú Tradición, ofrece platos de “cocina tradicional renovada”, mientras que el Menú Innovación es más extenso y permite conocer las recetas más creativas y atrevidas del Chef.

De entre la completa y extensa carta de vinos nacionales e internacionales el elegido fue Matarromera, tinto procedente de Valbuena de Duero, en el corazón de la D.O. Ribera de Duero. Además ofrecen también una amplia carta de aguas.

Llama la atención muy positivamente la original y variada vajilla en la que van apareciendo cada uno de los platos del Menú:

–          Comienza la velada con una copa de Cava con Cassis, (licor dulce rojo hecho con grosella negra originario de la región de Borgoña, Francia) para dar paso a los aperitivos del chef servidos sobre una base de pizarra negra: versión de Oreo, minibrazo de gitano de foie, tomatito cherry en tempura, cristal de remolacha y cuajada de mejillones con huevas de salmón.

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–          Ceviche de langostinos con vinagreta de lima y ajos tiernos.

–          Huevo asado a baja temperatura con emulsión de trufa. Creación simplemente espectacular que demuestra cómo crear un plato sorprendente con ingredientes sencillos gracias a una buena materia prima y depurada técnica.

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–          Guiso de legumbres con pulpo.

–          Royal de cordero en su jugo. Punto de preparación perfecto para una carne que se derrite en tu boca, y que permite llegar al postre aún con apetito suficiente como para disfrutarlo.

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–          Bizcocho de pistacho con sopa de chocolate blanco y su helado.

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–          Selección de pequeños dulces para acompañar el café: trufitas, bizcochitos de coco y kellog recubierto de chocolate blanco.

Mi opinión

Mi valoración global de la experiencia es excelente. Además, y como reflexión personal, creo que solamente aquellos platos verdaderamente impresionantes (por exquisitos o por deleznables) son los que dejan huella en la memoria a lo largo del tiempo, y por mi parte aún no he podido olvidar aquel arroz meloso que probé en la Sucursal allá por el año 2008 (ya ha llovido…) y que es quizás el mejor arroz que jamás haya probado.

Sin embargo, y como punto de mejora, sorprende que en un restaurante de este nivel nos encontremos su página web desatendida y desactualizada. Los fans de este restaurante agradeceríamos un portal más completo, actualizado y que nos permitiera seguir de cerca las evoluciones y novedades de la Sucursal, así como poder reservar a través de la web, como es lo habitual en los restaurantes de esta categoría.

En cuanto a lo gastronómico, La Sucursal tiene bien merecida su estrella Michelín, y ofrece como hemos visto una experiencia genial que espero volver a vivir en alguna oportunidad que tenga de volver a visitar Valencia, “la millor terreta del mon”.

Un abrazo, seguidores de Gastrovita, y hoy muy especialmente a toda aquella gente maravillosa de Valencia, a la que siempre llevo en mi corazón.

Le Domaine

«A veces enmudecemos porque no hay palabras que puedan describir lo que sentimos»…

Le Domaine es uno de esos lugares que te deja sin palabras y donde uno no puede por más que, sencillamente, disfrutar y dejarse llevar por cada sensación y cada emoción de las muchas que a cada instante te van a proporcionar.

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Este Hotel ubicado en Sardón de Duero (Valladolid), que pertenece al selecto grupo de establecimientos Relais & Chateaux, ocupa el histórico edificio de la Abadía de Nuestra Señora Santa María de Retuerta, que data de mediados del Siglo XII. La modernidad clásica, elegancia y exquisito servicio del Hotel están perfectamente integrados con los históricos muros de la Abadía, su claustro, su iglesia… y a sus pies la extensa finca de Abadía Retuerta donde se producen vinos desde la etapa medieval y donde hoy se oculta, entre los viñedos y pinares, la bodega del mismo nombre.

El restaurante

Como no podía ser de otra forma, el restaurante principal del Hotel se encuentra en el antiguo Refectorio de la Abadía, una estancia donde durante varios siglos tomaron sus alimentos los monjes que habitaban el lugar. Un espacio rectangular abovedado y presidido por un fresco de la Santa Cena que data del siglo XVII. Una falsa biblioteca separa el comedor de la cocina. Los pequeños ventanucos originales de arco de medio punto y varias obras de arte de hace varios siglos son la única ornamentación que presenta el lugar.

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Todo lo fría que podría parecer esta propuesta se torna cálida y acogedora gracias a la disposición de las mesas, amplias y muy separadas unas de otras, y cuyo único vestido eran los manteles impecablemente blancos y los vasos para el agua. Este detalle, marca de la casa de Aduriz (chef de Mugaritz y asesor gastronómico de Le Domaine) permite que, partiendo de esa «hoja en blanco» que es la mesa al llegar, todo lo que viene a continuación es como una obra de teatro donde se representan los sabores, los olores y las formas más sorprendentes y mágicas.

La genialidad de Aduriz se percibe no solo en los detalles decorativos o en los movimientos de los camareros, sino en el toque de cada uno de los platos que tuvimos ocasión de probar. Al final de la velada estuvimos comentando los detalles con algunos de los miembros del personal del restaurante y ahí me permití vaticinar que, a pesar de ser un establecimiento de muy reciente apertura, pronto tendrían su estrella Michelín. Esperemos que así sea.

El menú

Se ofrece un menú degustación corto y otro más largo, que fue el que tuvimos ocasión de disfrutar, complementado por un maridaje extenso y bien explicado por el sumiller. Consistió en:

Oblea de patata con semillas de la tierra, anís, amapola,…

Endivia con reducción de Cebolla. Acompañado por un delicioso cocktail de la casa consistente en un vino rosado espumoso con esencia de rosas.

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Nabo con salsa de erizo de mar y hierbas de la costa. En este caso, maridado con un sorprendente vino de Jerez llamado «La Bota de Palo Cortado», de la bodega Equipo Navazos, un vino dulce y generoso, y sin embargo muy fresco al paladar.

Remolacha con granizado de queso de cabra. Una remolacha de primera calidad junto a un queso granizado que adquiría una sorprendente textura melosa conformando una mezcla asombrosa. Un gran plato.

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Espárrago de Tudela con yema de huevo y crisantemos. Estos dos últimos platos los disfrutamos con un vino blanco de Abadía Retuerta, que no se comercializa sino que únicamente cultivan unas pocas cepas a modo experimental, y producido 100% con uva Gewürztraminer, tradicionalmente utilizada en Alemania y en Alsacia para producir vinos blancos de calidad.

Cocido espumoso de alcachofas y garbanzos. El sumiller nos sorprendió salvando el difícil maridaje de la alcachofa con una cerveza Casasola producida en Valladolid a la que añaden unos meses de envejecimiento en barrica de Abadía Retuerta. Un verdadero acierto.

Carabinero con emulsión de sus propias cabezas y hierbas del litoral. Un plato de sabor intenso, reforzado por el maridaje con el vino blanco Abadía Retuerta Le Domaine 2012. Uno de los platos favoritos de la noche.

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Mollejas tostadas con rabanitos y un civet. A pesar de que la textura de las mollejas las hacen ser desagradables a algunos paladares, sin embargo al estar tostadas adquirían una textura y un sabor suave a la vez que intenso. El vino fue un merlot Rosamandine «rosé de cépage», cuya peculiaridad es que se produce a base de uvas recogidas un poco antes de su completa maduración.

Rodaballo con ajetes y chicharrones. Con otro vino de Abadía Retuerta, en este caso el magnífico blanco «Pago Garduña» 100% Syrah.

Rabito de cerdo con crema de calabaza. Asado a baja temperatura durante más de 18 horas, la textura y el sabor que adquiere el rabo de cerdo hacen que sea una auténtica delicia. Otro vino de Abadía Retuerta fue el elegido para maridar con este plato. En este caso uno de los vinos más interesantes que he probado últimamente, elaborado 100% con uva Petit Verdot que es una variedad muy complicada de trabajar, pero cuyo resultado es excepcional. No en vano, el precio en bodega de este Petit Verdot 2010 de Abadía Retuerta rondaba los 90 euros la botella.

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– Como primer postre, un Parfait de manzana con higo confitado y hojaldre acompañado de otro vino sorprendente, un Ice Wine 2009 también de producción propia.

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– El segundo postre fue la torrija con helado de mascarpone con un cava rosado, que dejó paso al café servido con unas trufas sobre cama de pipas peladas.

El precio del menú era de 90 euros por persona y el maridaje de vinos 65 euros, aunque es posible elegir entre diferentes maridajes, algunos de ellos no tan extensos como el nuestro. En definitiva, un menú extraordinario con unos vinos muy bien elegidos. La atención y amabilidad del servicio, fue la propia de gente con muchas ganas de hacer bien las cosas, lo cuál me hace augurar un gran futuro a Le Domaine.

La experiencia Le Domaine

La visita a Le Domaine va mucho más allá de la genial experiencia gastronómica en el Refectorio de la Abadía. Simplemente visitar el claustro, la iglesia y los pasillos, o bien tomar un vino en la Vinoteca antes de cenar son una gozada por sí mismo.

Pero sin embargo quiero recomendar la visita a la finca Abadía Retuerta. Con una extensión de más de 700 hectáreas de las cuáles más de 200 están destinadas a viñedos, y el resto a huertos y pinares, la visita guiada en un vehículo 4×4 a la finca permite llevarse una visión mucho más completa de lo que significa Abadía Retuerta dentro del panorama enológico nacional.

Situada geográficamente fuera de la denominación de origen Ribera de Duero, en sus terrenos experimentan con variedades de uva como la Petit Verdot o la Gewürztraminer así como las clásicas Cabernet-Sauvignon, Tempranillo, Syrah, etc… y su bodega, oculta entre los pinares, es un modelo de funcionalidad y respeto al entorno.

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Por último, y para aquellos que se puedan permitir el capricho, terminar la cena durmiendo en una de esas habitaciones del Hotel le Domaine, que cuentan con mayordomo personal 24 horas, así como de todas las comodidades imaginables, o relajarse en el magnífico spa que están construyendo y que abrirá sus puertas en 2014, son el complemento perfecto para un fin de semana de ensueño.

Por último, te recomiendo que conozcas Adesum Travel, que se encarga de prepararte todo lo que necesitas para vivir esta experiencia y muchas otras de una manera personalizada y profesional.

Hasta pronto, y muchas gracias a todos los seguidores de Gastrovita!

Kabuki Wellington

Kabuki es una forma de teatro tradicional japonés. Etimológicamente, según los caracteres kanji, significaría «canto (ka), baile (bu) y habilidad (ki)». Sin embargo, si seguimos los caracteres ateji, significaría algo así como «fuera de lo ordinario» o «experimental». Cualquiera de las dos interpretaciones etimológicas serían aplicables al restaurante que os presento hoy en Gastrovita, porque la experiencia de visitar Kabuki es un espectáculo en el que disfrutar de la presentación y calidad de cada uno de los platos, de los sabores y aromas únicos y del servicio del personal. Y por que desde que entras en el local te das cuenta de estar ante algo fuera de lo ordinario; algo genial.
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El Chef
El madrileño Ricardo Sanz aprende los secretos de la cocina japonesa en los años 90 con Masao Kikuchi, del restaurante Tokyo-Taro y en el año 1999 decide unirse al proyecto Kabuki, que pronto se convirtió en una referencia dentro de la gastronomía española. Su cocina, que el propio chef denomina «cruce de caminos», es el resultado de sus encuentros personales y de una intensa investigación y cuidado de la materia prima. En 2005 abre el restaurante Abama-Kabuki en Tenerife y en 2007 el Kabuki-Wellington que hoy os presento. En 2009 fue el primer restaurante japonés que en España consigue su estrella Michelín que aún hoy conserva.
El lugar
El mítico Hotel Wellington de la calle Velázquez sigue siendo conocido como el «Hotel de los toreros» por ser el alojamiento habitual para las figuras del arte taurino que pasan por Las Ventas desde que en los años 50 el maestro Curro Romero estableciese allí su residencia. No en vano, a la entrada del restaurante Kabuki hay una interesante colección de fotos de tauromaquia. Muchas otras figuras del cine, la política y la ciencia han pasado por este establecimiento obra del arquitecto Luis Blanco Soler por encargo del empresario y ganadero D. Baltasar Ibán, que lo inauguró en el año 1952 y que pronto se situó a la vanguardia de los hoteles de Europa.
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Este hotel alberga al restaurante Kabuki, que adapta perfectamente su ambiente moderno y decoración de vanguardia a la elegacia clásica del Hotel. Cuenta con una zona de barra de sushi y con tres alturas de mesas amplias con suficiente espacio entre ellas para mantener un ambiente acogedor con una decoración basada en tonos grises y negros.
La cocina de Kabuki
El chef Ricardo Sanz defendía en una entrevista que «la libertad creativa depende de cada persona y no tiene relación directa con el origen del cocinero». Sin embargo, el influjo en la cocina del Kabuki del producto mediterráneo es innegable, produciendo una fusión con la tradición y la técnica japonesas que da como resultado platos excepcionales como el nigiri de huevo de codorniz con trufa, que es uno de los platos estrellas de Kabuki.
La calidad de la materia prima y una refinada técnica en la preparación se ponen de manifiesto en cada uno de los platos del Menú Kabuki (cuyo precio es de 95 euros). Como maridaje, las recomendaciones de la sumiller Rebeca nos permitieron explorar una gama de champagnes, vinos y sake que fueron un acompañamiento perfecto a cada uno de los platos de la velada (50 euros el maridaje).
Tras un pequeño aperitivo, la degustación comenzaba con una sorprendente tempura de rodaballo con tres sales y acompañada de algas, maridando con el primer vino de la noche, Ruinart, un champagne blanco francés de la zona de Reims.
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A continuación, una sucesión de tres tipos de usukuzuris (esta palabra designa un tipo de corte del pescado en lonchas muy finas). El primero, de lubina al aceite de su propio hígado. El segundo, de lubina a la bilbaína. Y el tercero, de ventresca de atún con pan y tomate. Todo ello acompañado del segundo vino de la noche, que fue un Otazu (Etxauri, Navarra), vino blanco chardonnay de 2011 que no lleva crianza en barrica, lo cuál le da un sabor afrutado y una frescura especial.
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Las lentejas con tataki de lubina y wasabi de montaña y especialmente el bol de huevos rotos con patata canaria y maguro (atún rojo) picante fueron dos de los platos más sorprendentes. Estuvieron acompañados por un vino blanco de Cerdeña de varietal vermetino llamado Argiolas, extraordinariamente refrescante y afrutado.
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A continuación llegó una tempura de langostino para dar paso al sushi. Un nigiri flambeado y otro de lubina para comenzar, y la trilogía kabuki para continuar. Dicha trilogía es otro de los platos estrella del local, y se compone de un nigiri de huevo frito con trufa, otro de hamburguesita de wagyu y un tercero de pez mantequilla. Una propuesta imaginativa y deliciosa que resume a la perfección el ideario del chef. El vino blanco alemán Riesling A.J.Adam 2011 fue el complemento perfecto para potenciar los sabores de estos platos y una de las recomendaciones de la sumiller que más nos gustó.
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El rabo de buey con salsa teriyaki (quizá demasiado contundente para terminar) acompañado de un buen vino tinto Domaine Guyon 2009 de Borgoña y, como postre, la gelatina de yuzu con cremoso de chocolate blanco fueron el broche a una propuesta gastronómica que cerramos con un buen sake.
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La experiencia
Kabuki Wellington es considerado por muchos como el mejor restaurante japonés de nuestro país. No en vano fue el primero en conseguir la estrella Michelín en 2009. Sin embargo creo que la experiencia va mucho más allá de lo que se suele esperar de un restaurante japonés, y tanto el espacio en sí mismo como el servicio y la propuesta gastronómica están a la altura de los grandes templos de la cocina en España.
La fusión de las técnicas japonesas con algunos productos típicamente mediterráneos pone de manifiesto la maravillosa falta de prejuicios y límites del chef, y ese precisamente es uno de los valores que más me gusta destacar en los grandes de la cocina. Explorar nuevos campos, dejar volar la imaginación y aplicar, sobre esas ideas innovadoras, una técnica de maestro.
Por lo tanto, se trata de una opción altamente recomendable y que espero repetir tan pronto como sea posible.
¡Un saludo, seguidores de Gastrovita!

La experiencia The Cube

Esta semana no voy a dedicar mi entrada en Gastrovita a un restaurante o a un chef, ni os voy a presentar ninguna receta espectacular, sino que voy a comentaros una de las experiencias gastronómicas más sorprendentes, originales y especiales de entre las que he tenido la suerte de vivir en estos años.

The Cube by Electrolux

Colocar un cubo acristalado en lo alto de edificios emblemáticos de ciudades como Milán, Londres, Bruselas o Estocolmo ha sido la original propuesta gastronómica con la que Electrolux ha querido celebrar su 90º aniversario con el fin de disfrutar en él de la cocina de algunos de los chefs más famosos y laureados de Europa.

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Cada día un chef galardonado con Estrellas Michelín ha sido el encargado de diseñar y cocinar un menú degustación con maridaje de vinos para un número muy reducido de afortunados comensales (máximo de 16) . Los asistentes tenían la oportunidad única de interactuar con el equipo de cocina en la preparación de los platos así como de presenciar en directo toda la elaboración de las recetas que conformaban el menú de ese día.

Se trataba de vivir una degustación de alto nivel gastronómico en un marco inigualable, pudiendo conocer lo más selecto de la cocina de cada uno de los chefs que han participado en este proyecto, entre los que destacan Tom Kerridge, Sat Bains, Claude Bosi en Londres, Enrico y Roberto Cerea, Andrea Canton o Eros Picco en Milán, Mathias Dahlgren, Klas Lindberg o Johan Jureskog en Estocolmo y Bart de Pooter o Sang Hoon Degeimbre en Bruselas.

La experiencia

En mi visita a Londres, en Septiembre de 2012, el chef Daniel Clifford (dos estrellas Michelín en su restaurante Midsummer House) fue el encargado de presentarnos sus deliciosas creaciones en el Cubo situado en lo alto del Royal Festival Hall.

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La sensación al llegar a la azotea del edificio y disfrutar desde allí de las vistas de Londres con una copa de champán en la mano suponía algo realmente sorprendente y gratificante. Desde el primer momento la calidad y atención del servicio te hacían sentir que estabas viviendo una experiencia especial.

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Dentro del comedor acristalado, sentados alrededor de una sola mesa blanca central de diseño moderno nos dábamos cita los 16 comensales. A partir de ese momento comenzó toda una sinfonía de vivencias y de placeres para los sentidos. Poder observar en directo al equipo de cocina trabajando con gran concentración e intensidad, participar en la elaboración de alguna de las recetas o simplemente mantener una agradable conversación con personas a las que acabas de conocer pero a las que te une un gran amor por la gastronomía, es algo que recomiendo fervientemente vivir.

Los platos y los vinos que tuvimos la oportunidad de degustar estuvieron muy a la altura de las dos Estrellas Michelín del chef Daniel Clifford.

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Desconozco si tras su paso por Bruselas, Milán, Estocolmo y finalmente Londres, Electrolux va a seguir llevando esta experiencia a otros lugares de la geografía europea. En caso de ser así, os recomiendo que no faltéis a la cita.

Simplemente, inolvidable!

 

Tantris

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Tantris es la primera cita internacional de este blog gastronómico. La elección no es casual, dado que ya en la primera de mis dos visitas a este clásico de la alta gastronomía en la ciudad de Munich, pude sentir que estaba en un lugar con una magia especial.

No solamente por la extraordinaria calidad de la cocina dirigida desde 1991 por Hans Haas (dos estrellas Michelín), sino por el acogedor espacio, la cuidada selección de vinos y el servicio sobresaliente por parte de los camareros y del somelier.

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El lugar

«Exótico» y «diferente» son los calificativos que definen el proyecto arquitectónico y decorativo de este restaurante construído en 1971 en un área industrial de la capital bávara y renovado en el año 2002. Y esos dos apelativos se adaptan a la perfección a lo que hoy es Tantris, un lugar donde evadirse, sentirse fuera del mundanal ruido y dejarse llevar por cada una de las sensaciones que aguardan entre los muros de este restaurante.

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No en vano el término Tantris proviene de los círculos culturales budistas de la India. Según ellos, todo gira en torno al disfrute de la vida, a la síntesis entre lo espiritual y lo material. La busqueda de la perfección, que es precisamente lo que busca Tantris desde la arquitectura hasta la cocina, somelier y servicio: ser un restaurante que inspire todos los sentidos.

El menú

Además de la oferta «a la carta», hay una amplia variedad de menús que varían a diario según los productos más frescos y de mayor calidad que se hayan encontrado ese día en el mercado, y que van desde un menú «ejecutivo» de 3 platos al mediodía hasta una degustación de 5 platos, aunque es recomendable decantarse por el menú gourmet de 8 platos para vivir la auténtica experiencia Tantris.

Además, se ofrece un muy destacado maridaje de vinos por 80 euros más.

Quiero compartir con vosotros dos de los momentos más destacados de mis dos visitas a Tantris (2007 y 2009):

En primer lugar, un plato con diversidad de presentaciones de pequeñas porciones de salmón. Cada una de los bocados era una explosión de sabores, de sensaciones y texturas sorprendentes. Tras muchos años de experiencias gastronómicas del más alto nivel por todos los rincones del mundo, me atrevo a afirmar que es el plato más emocionante que jamás haya probado. Y con emocionante me refiero precisamente a eso, a la capacidad que tuvo ese plato de producir en mí emociones y sensaciones únicas.

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Y en segundo lugar, el vino «Braida» de Giacomo Bologna. Un Brachetto D´Acqui  italiano extremadamente aromático y afrutado muy apropiado como aperitivo o para acompañar los postres. La intensidad de su sabor, su frescura, y su peculiaridad hacen que haya sido uno de los vinos más destacados para maridar con el chocolate. Fue una sorpresa de tal magnitud que desde entonces nunca falta en mi bodega.

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Tantris cuenta en la actualidad con dos estrellas Michelín y permanece año tras año en la lista del Top 100 de restaurantes a nivel mundial, renovándose y actualizándose permanentemente  y erigiéndose como un lugar de visita obligada para todos aquellos amantes de la buena mesa que pasen por esta ciudad alemana.

Por mi parte, ya estoy deseando encontrar la oportunidad de volver una vez más.